En cualquier sitio van bien: en la entrada, para vernos reflejados , en el salón para agrandar visualmente el espacio,en el vestidor para mirarnos y remirarnos lo bien que nos sienta la vestimenta del día y por supuestísimo en el cuarto de baño. Estoy acordándome de la casa de una amiga de mi época de infancia-adolescencia que tenía un baño de los llamados actualmente de cortesía (me asombra como se renombran las cosas hoy en día con palabras más cursis) que era mi debilidad. Este era minúsculo, estaba en un entrante de una escalera y para hacerlo distinto lo habían forrado entero salvo el suelo de espejos, era como entrar en una cajita donde me veía reflejada allá por donde mirara, con cualquier excusa me metía en ese baño a mirar las uniones de esos espejos.Estoy segura que si ella leyera este post se sorprendería porque son de esas cosas que se te quedan grabadas pero que nunca comentas con nadie, sobre todo porque a los 13 años mis amigas no se fijaban en ese tipo de cosas y me haría parecer un bicho raro. Pero es que cada vez que veo a Miles Reed volando en esta foto me acuerdo de este baño.
Originalísimo la composición en gresite que ha hecho en esta ducha Thom Filicia.
Como estílosísima es también esta pared creada por el diseñador español Tomás Alía.
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